Hacía mucho tiempo que no iba a los toros a Sombra, ya ayer, gracias a la invitación del amigo Ignacio Murillo, difrutamos de la mejor corrida de lo que se lleva de feria. Soy un facilón, me dicen gintonic y entro al trapo como un Miura.
Joselillo fue el triunfador de la tarde con toros de Dolores Aguirre. Cortó una oreja en su primero, y aunque le puso muchas ganas, le tocó el peor del lote como último de la tarde, y se quedó a un tris de salir por la puerta grande. Gracias al amigo Murillo aprendí mucho de la ganadería, de la lidia… porque a Sombra, la gente va a ver los toros. Aún así no podíamos evitar canturrear las canciones que llegaban desde Sol: la chica ye-ye, sigo siendo el rey… porque aún nos tira mucho la solanera.
En Sombra la gente va de punta en blanco, hay vasos de cristal, champán y primeras marcas. Bandejas de ibéricos de delicatessen, prismáticos y bocadillos (que es más fino y se mancha uno mucho menos). La gente habla de la lidia, comenta los pases, y recuerda otras corridas del torero en años anteriores. Se habla con el de al lado, y con educación… incluso te pueden llegar a decir que te has sentado sobre la raya negra que separa tu localidad de la de al lado.
Sí, me habéis pillado, yo soy más de Sol. Y no digo que la sombra sea peor, es diferente, dos mundos opuestos en un mismo recinto. El ying y el yang de los sanfermines. Y que conste que me lo pasé muy bien.
Esta tarde voy a Sol, como todos los años, a terrenos de la Peña Rotxapea. Mi madre ya está haciendo las albóndigas, y la Tomatera ya tiene listos los chipirones. El bebercio ya está en el frigo de un piso franco en el Casco Viejo. Pues eso… que no es lo mismo.